
Oficina salitrera Santa Laura
Reseña Histórica

La Oficina Salitrera Santa Laura fue fundada en 1858, cuando Mariano Soto y sus socios solicitaron un pedimento de 100 estacas para establecer una nueva propiedad salitrera en pleno corazón de la Pampa del Tamarugal. Esta iniciativa marcaría el comienzo de una historia profundamente ligada a la evolución tecnológica y económica de la industria del salitre en Tarapacá.
En 1872, esta propiedad fue transferida a Abraham Guillermo Wendell Tizón, quien fundaría la Wendell Company. Fue él quien construyó una primera planta en el cantón de La Peña, implementando un sistema de elaboración de salitre que operaba con cachuchos y vapor, tecnología precursora del posterior sistema Shanks.
Sin embargo, los vaivenes económicos de la época, sumados al estallido de la Guerra del Pacífico y la escasa inversión por parte de los empresarios, mantuvieron a Santa Laura paralizada por décadas. Las instalaciones fueron despobladas, parcialmente desarmadas, y el proyecto parecía destinado al olvido.
No fue sino hasta los años 1916-1918 cuando resurgió el interés. La empresa inglesa The London Nitrate Company Limited decidió entonces recuperar y ampliar la planta, adquiriendo para ello los equipos de la paralizada oficina Lilita, en Taltal. La obra fue liderada por el experimentado William J. Clayton, figura clave de la industria salitrera, quien había modernizado oficinas como Catalina, Paccha y Jazpampa, y había sido administrador de Trinidad y de otras instalaciones en Aguas Blancas.
Con su vasta experiencia, Clayton trasladó los equipos por ferrocarril y los puso en funcionamiento en Santa Laura hacia 1921. La planta quedó equipada con 18 cachuchos de 32 x 7 x 8 pies, cada uno con capacidad para 60 toneladas, lo que le permitía procesar 25.000 toneladas de caliche al mes (830 ton/día), con una ley media de nitrato del 17%. La población de la oficina alcanzó las 1.600 personas, y su producción mensual se estimaba en 3.200 toneladas de salitre y 3.000 kilos de yodo.
La historia de Santa Laura culminaría su etapa productiva en 1961, año en que cesó sus operaciones bajo la administración de la Compañía Salitrera de Tarapacá y Antofagasta, que había adquirido la oficina en 1930, durante la gran crisis económica.
En 2005, Santa Laura y Humberstone fueron reconocidas por la UNESCO como Sitio de Patrimonio Mundial, y hoy conforman uno de los principales íconos del turismo patrimonial industrial, recibiendo visitantes de todo el mundo.
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